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Corazón de Alcachofa

En este espacio se comparten herramientas para conocerse, quererse y cuidarse.

Los símbolos presentes en la naturaleza, el Tarot, las artes y en mi propia historia son nuestro medio de comunicación y aprendizaje.

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La golondrinas en otoño

Actualizado: 5 abr 2019

Las golondrinas sí que saben gozar de la vida, ¿sabía usted? Sea como las golondrinas.

“Cuando ven venir el frío, se desplazan hacia sitios más cálidos, que les aseguren mejores condiciones de vida. Gozan de muy buena memoria, pueden recordar el lugar donde anidaron el año anterior o incluso  volver a anidar donde rompieron el cascarón”.

A mí, este relato de Crisol Rey y su maravillosa agenda lunarsolar “Pulso Sur”,  me invita a desprenderme del frío. Buscar un lugar más calentito y dejarme abrazar por las cosas lindas de la vida.

¿Cómo así? Aceptando, sin más, que todo lo que nos rodea no es más que un reflejo de lo que cultivamos dentro. Y esto no es esoterismo, es lógica.

Cuando expones tu piel a un objeto demasiado caliente, quedas sensible, ¿o no? Cualquier objeto que toques después de eso va a parecerte hirviendo aunque en realidad esté tibio. Es posible, incluso, que atraigas objetos con mayor temperatura. El principio de sincronicidad descrito por Carl Jung explica que los fenómenos que vivimos en el interior se relacionan en el tiempo y el espacio con los objetos y acontecimientos que nos rodean, sin que exista una relación causal entre ellos.

Las hostilidad, entonces, ¡no existe! Podríamos decir, casi, que es un producto de nuestra imaginación y nuestras experiencias previas.

-Inútil, cochina, tonta, abusadora. Descerebrado, estúpido. Sinvergüenza.

Las palabras atraviesan un largo viaje hasta tocarnos, ¿lo habías pensado? Obsérvalas con calma y comprueba que, saliendo de la boca del emisor, no se veían de la misma forma.

Lo agresivo no es quien está al frente, sino la memoria que nos despierta.  No está en el contrato que hoy perdiste. No está en lo que te gritaron en la calle. No, no está en ese mensaje, te lo prometo.

Lo agresivo está en tus recuerdos. En ese día en qué -hace varios años ya- soltaste los troncos porque tus brazos dejaron de resistirlos. En esa noche en que te cansaste de llorar o en las largas tardes en que no te atrevías a moverte.

La hostilidad está en tus memorias y créeme que con esto te estoy dando la mejor de las noticias. La puerta está abierta y en el cielo no hay tacos. Tienes toda la autoridad del mundo para trasladar tu propio corazón hacia ese lugar más calentito. ¡Disfrutar lo bueno! Y lograr que esos reflejos de carencia desaparezcan. Lo de afuera es un reflejo de tu propia alma y un espejo muestra sólo la imagen de lo que ve enfrente.

El Ho’ponopono y su mantra #losientoperdóngraciasteamo nos invita a perdonar nuestras memorias de agresividad y carencia.  A sentirlas, agradecer a lo que está al frente por mostrar MI PROPIA  HILACHA y movernos de ahí.

Lo siento y acepto que estamos conectados. Que estoy creando tu comportamiento a través de mis memorias. Te perdono a ti y me perdono a mí misna por sentirme de esta forma. Agradezco la sincronicidad que permitió que nos encontráramos. Acepto que eres un reflejo de lo que está adentro mío y que yo, por mi parte, reflejo lo que tú cargas. Agradezco la oportunidad que tenemos tú y yo para mirar hacia adentro y ver lo que antes no habíamos visto. Te amo y me amo. Al fin de este día, somos parte de lo mismo.

Nuestra historia y predisposición con que nos enfrentamos a la vida es tan potente que puede crear realidades. Vivir sin hacemos cargo de lo que estamos proyectando hacia afuera es como sostener un pincel cargado frente a la tela y no aceptar que estamos pintando. Como dice Jung, el que mira hacia afuera sueña. El que mira hacia dentro, despierta. Podemos pasar la vida soñando que los otros son culpables de lo que nos pasa o, por el contrario, hacernos responsables de nuestras vivencias. Si tenemos la posibilidad de desprendernos de las memorias que nos están estancando, ¿cómo no hacerlo?

Así es como se acaba el show, señores. Nadie necesita sufrir. Hacemos una reverencia y nos retiramos con nuestro mejor gesto. Alístese para volar  y diríjase hacia un lugar más calentito, porque -desde hoy- la hostilidad dejó de ser necesaria.

¡Buen viaje!


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